domingo, 25 de enero de 2009

INTENTANDO SEGUIR EL CAMINO

Despues de casi tres meses sin escribir aquí hoy he decidido hacerlo de nuevo. Podría decir que no lo he hecho por falta de tiempo o por falta de energía, pero mentiría porque la verdad es que en este tiempo he necesitado casi tanto como respirar el poder desahogame. Hecho en falta el tener cerca a alguien que esté dispuesto a escucharme sin juzgarme, sin que se preocupe, sin que me exija nada a cambio, solo que me escuche.
En realidad poca cosa me ha ocurrido en este tiempo. Despues de dos años de baja laboral comencé a trabajar de nuevo en abril, no porque estuviese totalmente recuperada sino porque las circunstancias mandaban. Hice un gran un gran esfuerzo por olvidarme de mi enfermedad e intenté aprehenderme a la vida.
Al principio estaba más descansada y asdemas conseguía tomarme las cosas con mas calma, pero aun así he ido reculando los días entre el trabajo y el descanso forzoso. Como siempre, me he afanado por hacer bien mi trabajo y puedo decir que lo he conseguido, solo que ha sido a costa de dar más de sí y eso me ha ido pasando factura.
Desde primeros de diciembre mi cuerpo se fue revelando de nuevo y el malestar fué en aumento. Cada vez me sentí más cansada y los sintomas se fueron agolpando de nuevo.
Sé que hay quien piensa que todo eso es solo obsesión mía, que lo que tengo es que olvidarme del dolor y no escucharme tanto, pero está equivocado. Hay veces en que consigo olvidarme de él, pero otras, cuando paraliza mi vida es muy dificil hacerlo.
Intento quejarme muy poco, hasta el punto en que la mayoria de la gente que me trata no sabe de mis pesares. Intento olvidarme tanto de mi dolor que a veces se me olvida que tengo un límite y lo rebaso tan a menudo...que luego no puedo ni quejarme pues quien no ha puesto limites he sido yo.
Comencé las Navidades cansada y soñando con unos días de descanso.
como casi siempre dejé que los demás decidieran por mí y no supe decir NO. Se celebró la Noche Buena en mi casa. Hice la compra y lo preparé todo haciendo un derroche de energía para la que no tenía reservas y cuando acabó la parodia me ví agotada otra vez.
El resto de las fiestas y hasta despues de Reyes lo pasé en casa, sin fuerzas para nada, de baja otra vez y agobiada porque no podía acudir absolutamente a nada ni a nadie.
De nuevo el fantasma de la depresión acechaba para hacerse conmigo. No puedo decir que completamente sola porque mi marido, compañero incondicional, y mis hijos siempre estan a mi lado y me apoyan, pero si sola en cuanto al resto del mundo.
Siempre que me veo así sufro mucho porque no me gusta faltar a mis obligaciones. No me gusta faltar a mi trabajo. No me gusta no poder cuidar a mis seres queridos. No me gusta depender de los demas ni que los demás se preocupen de mí.
Lo he pasado bastante mal todo este tiempo porque mi madre, ya mayor, se puso enferma a la vez que yo. Me dolía no tener fuerzas para acudir a ella. Me pasaba el día martirizándome por no ser la clase de persona fuerte y saludable que ella hubiera necesitado.
Hace tiempo que yo he comprendido que la enfermedad aparece para, de algún modo, guiar nuestro camino, pero eso no quiero decir, de ninguna manera que tengamos que sentirnos culpables de estar enfermos, y aún así, yo me siento culpable por ello y no encuentro la forma de librarme de este sentimiento. Quizás sea por el trato que he recibido en los últimos años, no sé...quizás por esa conviccción familiar tan arraigada de que hay que ser fuerte y resistir a toda costa y que yo hace tiempo que traicioné viniéndome abajo...
En definitiva, lo que sí es verdad es que mientras que no aprenda a respetar mis límites seguiré librando la misma batalla una y otra vez, y esto, en todo caso, no es doloroso sino pesado.
Lo doloroso es cuando los limites los rebasan los demás. Lo doloroso es cuando son los demás los que se olvidan de mi dolor y me exigen más de lo que puedo dar.
Lo doloroso es cuando los demás no se dan cuenta de los esfuerzos que hago por seguir con mi vida tratando de superar los escollos.
Lo doloroso es cuando me veo obligada a seguir adelante sabiendo que ni siquiera puedo contar con una palmadita de aliento en la espalda, unas palabras de consuelo y comprensión.
Lo doloroso es cuando me invade la sensación de que me juzgan sin haber llegado a conocerme, sin saber de mis batallas.
Lo doloroso es cuando me exigen que me olvide aun más de mí de lo que ellos lo han hecho.

Hoy estoy en casa, recluida por tercera vez en algo más de un mes, con fiebre y la cota del dolor muy alta. O bien yo estoy cogiendo todas las gripes que este invierno hay sueltas o la jodida fibromialgia se está cebando en mí.
De todas formas sigo esforzándome por salir adelante, por superar mis lecciones, por aprender a decir No y sobre todo por atreverme a no dejar que nadie gobierne mi vida ni me fije responsabilidades que yo no he elegido ni menos aún, las que no pueda cumplir.