lunes, 19 de mayo de 2008

HISTORIA DE UNA SANACION




Para quien haya tejido labores de punto sabe que hay que tener cuidado de que el ovillo no se deshaga y no digamos si tienes gatos y estos se hacen con él ...porque si lo hace la lana se enreda, se pierde el cabo... y despues cuesta muchisimo formar otra vez la madeja para seguir con el trabajo.

Hace tiempo, años, que sentí el impulso de escribir sobre lo que me estaba pasando. Llené folios y folios y un día decidí darle forma y barajé la idea de convertirlo todo en historia, la de una mujer que afectada por una de las enfermedades menos comprendidas del siglo XXI emprende la búsqueda de una forma de sanarse. Cuando lo di por terminado mi forma de ver la realidad dió un giro de ochenta grados y aparqué la idea, y con ella la historia y el posible libro. Ahora comprendo que la historia no había concluido así que no se podía dar por finalizada. Siempre me han gustado las historias con finales felices y aquella no lo tenía, por eso debía continuar. No dí la busqueda por terminada y seguí buscando. Segui trabajando y buscando, buscando y trabajando, y aquí estoy...

Tengo aún mucho que avanzar, que aprender, pero también tengo mucho que compartir, y es mi deseo ardiente de transmitir todo lo que he experimentado y aprendido durante estos años. Ahora mismo es todo como ese ovillo de lana enredado, no se como comenzar ni por donde, aunque estoy en ello. Lo que si tengo claro es que mi historia es una historia de sanación y tiene un final feliz.

A final de mes viajo a Barcelona y desde allí a Huesca. En Barcelona me someteré a una biodescodificación y en Huesca asistiré a un Taller sobre la Ley de la Atracción. Son pasos hacia adelante que me harán avanzar en mi camino.

El día 3 de junio estaré de vuelta y comenzaré a contaros. Os espero aquí.

jdiana

miércoles, 7 de mayo de 2008

DIARIO DE A BORDO


El añó pasado nos fuimos de vacaciones con unos amigos. Hicimos con las autocaravanas una ruta por los Pirineos. Visitamos lugares maravillosos y pasamos juntos dias entrañables. Mi amiga tiene la costumbre de ir registrando el itinerario en una libreta, una especie de diario de a bordo. A mi me costó pero me esforce en hacerlo pues pensaba que podía ser útil para posteriores viajes y aún así no conseguí reflejar más que :"hemos parado en tal sitio, comido en.. y dormido en...".

Al final del viaje, cuando volvimos a casa sentí la imperiosa necesidad de hacer mi propio diario de a bordo, uno más particular, más pesonal, y esto fue lo que escribí:

"Desde que salimos de Antequera el día 2 he tratado de registrr el viaje, por donde hemos pasado, que lugares hemos visitado.... pero eso, al igual que otras muchas más cosas que he hecho, ha sido la pobre imitación que me veo obligada ha hacer de los demás. Este viaje ha sido, igual que tantos otros, una pequeña muestra de mi vida. Un seguir a los demás, imitarlos, hacer lo que ellos creen conveniente. El seguirlos por no enfrentarme, por no defraudarlos. Aunque si que encuentro que ha habido una clara diferencia. He ido haciendome consciente de mi rechazo, de mis esfuerzos por dejar salir a mi verdadero yo, de no seguir como un hongo. No puedo decir que no ha habido momentos agradables, que sí que los ha habido, solo que no son los que otro viajero registraría en su diario de viaje.
Destacaría como momentos para guardar en el baul de re cucuerdos de viaje:
La cara de un niño pequeño, de unos dos años, con el chupete calado en la boca y los ojos abiertos como platos mirando fijamente a la guia que nos explicaba no se cual monasterio. La emoción que me embargó y que por poco me echo a llorar en el Monasterio de Leire y en el de Suso, cuando la guia nos explicaba las leyendas que había sobre esos monasterios. Fue muy grande la sensación de sentimientos contradictorios que me trastornó en ambos. No se si era pena, dolor, o una sensación de unión total con el entorno. En la cueva de Suso me hubiera gustado quedarme toda la tarde, pero nuestro viaje iba pautado por la necesidad de ver lo más posible en el menor tiempo y entonces no pdiamos pararnos mucho en ningún sitio. Yo no comparto esta forma de viajar. No me importa tanto o nada lo que veo con mis ojos. Me importa más lo que siento en mi viaje y en los lugares que visito. No me interesa hacerme fotos para mostrar a los demás donde he estado o para luego recordar. Prefiero llevarme una sensación interior que haga una mella o deje una huella en mi vida, que no sea necesario nada externo para acordarme de aquel lugar. Desde luego, las cuevas que sirvieron de refugio a los primero ermitaños que despues dieron lugar al Monasterio de Suso, no se me borrará de mi ser nunca.
En el de Leire me ocurrió algo parecido, pero no guardo en mi mente ninguna referencia física al lugar, solo tengo grabado en mis celulas la emoción indescifrable que sentí entre sus piedras. Además, por la tarde cuando escuchamos los cantos gregorianos me percaté de que algo le había ocurrido a Toni, mi marido, allí dentro. No me quiso explicar mucho sobre eso pero despues me dijo que habçía pactado con alguien que había percibido que si todo mi asunto acababa bien volvería aquel lugar para tener un contacto más directo con el Monasterio y sus habitantes.
Del resto de Monasterios no me ha quedado casi ninguna sensación que prevalezca. En el de piedra, donde gran parte está destruido me llenó una sensación de paz en el claustro y sobre todo en la iglesia, sin techo, con el suelo cubierto de hierba y sus paredes derruidas y destrozadas. Quizás me gustó mas contenplar estas partes, las que han seguido el curso del tiempo y no se conservan en perfecto estado gracias a la manos del hombre. Veo un poco absurdo el empeño que pone el hombre en conservar a la perfección sus obras, mientrs que por otro lado nos dedicamos a destruir la naturaleza, la cual respetamos cada vez menos. Parece como si lo único que vemos importante de conservar son las obras efimeras del hombre. Nos empeñamos en aferrarnos a lo pasajero como si el perpetuar nuestras obras nos asegurara la vida eterna, nos engañamos pensando que si lo que el hombre crea no se pierde, no nos perderemos nosotros. Así se gastan tiempo y recursos en consevar los monumentos, las obras de arte y cada vez se le presta menos atención a la obra de Dios, a la naturaleza. Se destruyen montañas, se invaden las costas, en nombre del progres0o para el disfrute del hombre y no nos damos cuenta de que lo verdaderamente imperecedero es la obra de Dios.
Aluciné recorriendo el parque del Rio Piedra. Numca me hubiera esperado algo tan bonito. Allí Dios se empleó a fondo pero me disgustó tener que verlo todo de prisa, casi de noche, y siguiendo la ruta establecida. Aquello es un paraje natural que el hombre ha manipulado para servirse de él. Está, como casi todo lo que la gente recorre dentro de una ruta turística, manipulado, ajustado para verlo y cobrar por ello. Me hubiera gustado pasar el día recorriéndolo, sin mirar el reloj y las señales que me decian por donde tenía que entrar o salir. Aún así, me descalcé y metí los pies en un riachuelo, a sabiendas de que mis amigos pensarían que debía estar loca o que no me comporto como una adulta. Nunca olvidaré la sensación que sentí cuando nos adentramos en la gruta Iris. Cuando cruzamos el tunel formado por la piedra llovía, todo resumaba agua y la oscuridad nos envolvía. No sabíamos adonde nos llevaba aquello. El corazón me latía con fuerza y me sentí como niña explorando mundos desconocidos y peligrosos. Yo lo huebiera recorrido todo aquello despacio, parandome donde mi corazón me indicara, saborando los olores, los colores, las sensaciones y sobre todo parándome a escuchar todo lo que aquel lugar quisiera decirme, contarme... De esa forma, además no hubiera tenido que hacer el esfuerzo físico que hice ese día. Si hubiera escuchado a mi corazón y a mi cuerpo, como casi nunca hago, no habría hecho las cosas de la forma que me dictan los demás y me iría mucho mejor.
Se que haré un próximo viaje en el que pasaré por allí, junto al rio Piedra y me quedaré todo el tiempo que desee y lo recorreré a mi manera...
Está claro que no soy una viajera muy convencional. No tengo casi nungún interes en recorrer el mundo que ha creado el hombre. Me gusta más el viaje interno. En este punto de mi vida estoy embarcada en una gran busqueda y este viaje me ha brindado la oportunidad de recorrer gran parte de mi interior."

A final de este mes voy a acudir a un un curso sobre la ley de la atracción y por esas causalidades de la vida es en Benasque, junto al rio Piedra. Voy sola y con poco equipaje e intuyo que volveré aún mas ligera y renovada, como el agua de esa cascada del parque del Rio piedra mis pasos siguen su curso con fuerza.
jdiana